lunes, 2 de marzo de 2009

Tatiana Gaviola presenta las imágenes de su filme sobre Teresa Wilms Montt, interpretada por Francisca Lewin



Domingo 1 de marzo de 2009

Por Gabriel Bahamondes / La Nación Domingo
Tatiana Gaviola presenta las imágenes de su filme sobre Teresa Wilms Montt, interpretada por Francisca Lewin

Diabla
Iconoclasta y cuestionada, la incorregible poetisa chilena se convirtió en leyenda. Encerrada en un convento por infiel, adicta a los somníferos, al opio y el alcohol, se arrancó con Vicente Huidobro a Buenos Aires y se quitó la vida en París. A 88 años de su muerte, la cineasta, Tatiana Gaviola, habla de “Teresa”, filme protagonizado por Francisca Lewin, que se estrena el primer semestre de este año y que funciona como un espejo donde mirar la historia del género femenino.

Dos años antes de su muerte, la controvertida Teresa Wilms Montt escribió en Madrid un poema para el diablo. Se llamaba "Belzebuth" y decía: "Las lámparas de mis ojos destellan fulgores verdes encendidos de amor, culpables y queriendo ofrecerse a Dios; siguen ansiosos la sombra de oro envuelta en el torbellino refulgente de fuego eterno. Belzebuth, arcángel del mal, por qué turbar el alma que se torna a Dios, el alma que había olvidado las fantásticas bellezas del pecado original. Belzebuth, mi novio, mi perdición".

En 1921, Teresa se suicidó en París a la edad de 28 años ingiriendo barbitúricos. Sangraba una profunda pena. La habían separado de sus dos hijas, la crítica social la hacia pebre y la muerte de Anuarí, un joven bonaerense con quien sostuvo un intenso pero trágico romance, palpitaba en sus sábanas húmedas.

Ochenta y ocho años han pasado desde que Teresa Wilms Montt se largó de este mundo dejando un legado oscuro, misterioso y aún no develado. "Ya basta de tanto secreto, es hora de contar su historia", dice Tatiana Gaviola.

Conmovida y encantada por la vida de la escritora, la cineasta nacional (que debutó en 1996 con el largometraje "Mi último hombre") decidió llevar a la pantalla grande los últimos diez años de Teresa Wilms Montt en un filme rodado en Iquique y Colchagua (en la Hacienda Calleuque) y protagonizado por Francisca Lewin en el rol central, Diego Casanueva como Vicente Huidobro, Juan Pablo Ogalde como Gustavo Balmaceda y Matías Oviedo como Anuarí. "Teresa fue una mujer en conflicto permanente, porque su pasión por todo la desbordaba. Tomaba mucho Veronal (somnífero) que la calmaba de su ansiedad y le permitía dormir, fumaba opio y le gustaba el alcohol", cuenta la realizadora desde su hogar en la comuna de La Reina, a pasos del cine Hoyts.


SEXO Y MUERTE

Teresa Wilms Montt nació en el seno de una familia tradicional aristócrata de costumbres muy arraigadas. Fue educada por institutrices y profesores particulares que intentaron convertirla en una dama. Pero poco a poco, fue mostrando una aversión por los cánones estipulados y una perfecta atracción hacia lo prohibido, lo incorrecto (según la época), lo cuestionable. Como la poesía, la vida bohemia y la inquietud en todos los ámbitos posibles. Así, a los 17 años se fugó de su hogar para casarse con Gustavo Balmaceda.

"Se casó contra la voluntad de su familia, pero ella quería más. Ansiaba una libertad de esas que nunca puede definir bien, pero que son ganas de algo más. Después de un tiempo se enamora de Vicente Balmaceda, un primo de su marido (N. de la R: en el filme, el primo se llama Mariano y es interpretado por Álvaro Espinoza). La pillan, la someten a un tribunal familiar, le quitan a sus hijas y la encierran en un claustro de la congregación de La Preciosa Sangre en la calle Compañía. En ese lugar escribió sus vivencias, las cosas más fuertes de su vida, como su rollo entre la muerte y el erotismo, lo que era sumamente mal visto en la época", asegura Gaviola.
Dos años antes de su muerte, la controvertida Teresa Wilms Montt escribió en Madrid un poema para el diablo. Se llamaba "Belzebuth" y decía: "Las lámparas de mis ojos destellan fulgores verdes encendidos de amor, culpables y queriendo ofrecerse a Dios; siguen ansiosos la sombra de oro envuelta en el torbellino refulgente de fuego eterno. Belzebuth, arcángel del mal, por qué turbar el alma que se torna a Dios, el alma que había olvidado las fantásticas bellezas del pecado original. Belzebuth, mi novio, mi perdición".

En 1921, Teresa se suicidó en París a la edad de 28 años ingiriendo barbitúricos. Sangraba una profunda pena. La habían separado de sus dos hijas, la crítica social la hacia pebre y la muerte de Anuarí, un joven bonaerense con quien sostuvo un intenso pero trágico romance, palpitaba en sus sábanas húmedas.

Ochenta y ocho años han pasado desde que Teresa Wilms Montt se largó de este mundo dejando un legado oscuro, misterioso y aún no develado. "Ya basta de tanto secreto, es hora de contar su historia", dice Tatiana Gaviola.

Conmovida y encantada por la vida de la escritora, la cineasta nacional (que debutó en 1996 con el largometraje "Mi último hombre") decidió llevar a la pantalla grande los últimos diez años de Teresa Wilms Montt en un filme rodado en Iquique y Colchagua (en la Hacienda Calleuque) y protagonizado por Francisca Lewin en el rol central, Diego Casanueva como Vicente Huidobro, Juan Pablo Ogalde como Gustavo Balmaceda y Matías Oviedo como Anuarí. "Teresa fue una mujer en conflicto permanente, porque su pasión por todo la desbordaba. Tomaba mucho Veronal (somnífero) que la calmaba de su ansiedad y le permitía dormir, fumaba opio y le gustaba el alcohol", cuenta la realizadora desde su hogar en la comuna de La Reina, a pasos del cine Hoyts.
El lugar que cobija a la cineasta Tatiana Gaviola es una preciosa casa de corte campestre con muchos muebles de madera. En una de las paredes cuelga una fotografía enmarcada de Francisca Lewin con Diego Casanueva en su filme, "Teresa". En su habitación, celosamente, guarda imágenes de los personajes originales (Wilms y Huidobro) como dos tesoros, como dos objetos inspiradores. "La Francisca Lewin está francamente increíble como Teresa Wilms. En la película está brillante como una quinceañera y como una mujer llena de dolores. Diego Casanueva hace de Vicente Huidobro porque tiene una cosa aristócrata que me gusta mucho. De inmediato supe que Diego era Huidobro", cuenta.

Desde el patio de su hogar, al costado de una piscina y apoyada en una mesa larga bajo un parrón, Gaviola continúa su recorrido por la vida de Teresa Wilms. "¿En qué estábamos?", pregunta. "Ahhhh, ya recuerdo. Cuando la Teresa escapa del claustro ayudada por Huidobro", prosigue. "Hay testimonios que cuentan de la cercanía entre Huidobro y la Teresa. Por ejemplo, en una biografía de Huidobro escrita por Teiltenboim, se habla de una relación con Vicente. Ambos se fugaron a Buenos Aires dejando la escoba. Él era casado con Manuela Portales, tenía hijas y familia".

Cuando Teresa Wilms Montt muere en 1921 en Francia, Vicente Huidobro la definió como: "La mujer más grande que ha producido la América. Perfecta de cara, perfecta de cuerpo, perfecta de elegancia, perfecta de inteligencia, perfecta de fuerza espiritual, perfecta de gracia". Huidobro sufría porque su padre le exigía trabajar en la Viña Santa Rita en el negocio familiar y veía con horror como le quemaban sus libros. Teresa, por su parte, se acongojaba por su reclusión, la crítica social y la lejanía de sus hijas. Ambos encontraron consuelo mutuo a sus penas. "Creo que Huidobro tenía una admiración muy grande por ella. Tuvieron una relación afectiva y erótica fuerte, pero creo que Teresa quería más. Los dos tenían 22 años y se convirtieron en compañeros astrales".


GAVIOLA: "A VECES NOS MATAN"

Cada vez que se alista para iniciar un nuevo discurso sobre Teresa Wilms, Tatiana inspira hondo y se prepara para largar un par de frases sobre su alter ego. Se toma el pelo, pierde la mirada, se ríe, se pone seria, evoca melancolía, tristeza, alegría, fuerza, inquietud. Infinitas sensaciones que le provocan un personaje al cual admira, se identifica y que le debe mucho. "Esta historia nunca ha sido contada y de ahí mi intención por hacer esta interpretación libre de su vida. Siempre he pensado que porque existió la Teresa no estamos presas, no nos siguen encerrando, pero nos matan a veces, porque el femicidio tiene que ver con no soportar a las mujeres con sus complejidades", dice.

Al igual que Teresa Wilms Montt, Tatiana Gaviola en su momento fue una incomprendida y vio con pavor como su trabajo fue censurado durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. Estudió en la Escuela de Artes y Comunicación de la Universidad Católica en una época en que era raro estudiar cine, sobre todo para una mujer. "Han pasado doce años desde mi primera película, pero esta historia la tengo escogida antes de trabajar en cine. La descubrí y me habló siempre, me conmovió. Hay cosas de ella que no pueden pasar sin identificar a las mujeres. Teresa fue una mujer súper castigada, súper reprobada. Yo también fui censurada con mi primer documental sobre la muerte de Eduardo Frei Montalva. Me tocó vivir muchas represiones en torno a mi trabajo, entonces me identifico mucho con ella".

Ambas mujeres incisivas, tienen en común ese desafío ante los esquemas, una estampa femenina fuerte, avidez fecunda, desenfado, amor al género, incomprendidas y queridas por igual.

Una dejó sólo su recuerdo y la otra se nutre de ese legado.

"Hacer una película de la Teresa es de justicia y creo que a las mujeres les gustará mucho, pero a los hombres también porque podrán conocerlas", dice Tatiana.

"Nada tengo, nada dejo, nada pido. Desnuda como nací me voy, tan ignorante de lo que en el mundo había. Sufrí y es el único bagaje que admite la barca que lleva al olvido", escribió Wilms Montt a la hora de los adioses.



SEXO Y MUERTE

Teresa Wilms Montt nació en el seno de una familia tradicional aristócrata de costumbres muy arraigadas. Fue educada por institutrices y profesores particulares que intentaron convertirla en una dama. Pero poco a poco, fue mostrando una aversión por los cánones estipulados y una perfecta atracción hacia lo prohibido, lo incorrecto (según la época), lo cuestionable. Como la poesía, la vida bohemia y la inquietud en todos los ámbitos posibles. Así, a los 17 años se fugó de su hogar para casarse con Gustavo Balmaceda.

"Se casó contra la voluntad de su familia, pero ella quería más. Ansiaba una libertad de esas que nunca puede definir bien, pero que son ganas de algo más. Después de un tiempo se enamora de Vicente Balmaceda, un primo de su marido (N. de la R: en el filme, el primo se llama Mariano y es interpretado por Álvaro Espinoza). La pillan, la someten a un tribunal familiar, le quitan a sus hijas y la encierran en un claustro de la congregación de La Preciosa Sangre en la calle Compañía. En ese lugar escribió sus vivencias, las cosas más fuertes de su vida, como su rollo entre la muerte y el erotismo, lo que era sumamente mal visto en la época", asegura Gaviola.